Sólo a partir del paisaje y en su profundización se puede captar la verdadera alma de un territorio. La Sierra de Albarracín es buena prueba de ello. La visión personal e intima de su paisaje prístino, un colaje de peñas y montes, de valles y barrancos, de bosques y estepas, permite descubrir la esencia natural y valores de esta comarca excelsamente serrana.

La red de miradores comarcales es una oportunidad, no la única, de descubrir la línea del cielo que desde cualquiera de sus cuatro puntos cardinales se dibuja en el horizonte, superando en ocasiones las propias demarcaciones comarcales.